No quiero frivolizar, reírme, ni tampoco efectuar ninguna influencia si alguien, persona, animal o cosa, es adicto al programa "Saber Vivir" de Manuel Torreiglesias, que emite a diario, casi como si de una misa se tratase, la Primera de Televisión Española.
Alguna mañana, mientras me tomaba un café (no sé si debo confesar que con azúcar) y me he fumado el primer cigarrillo del día (perdón, lo siento, es mi adicción a la nicotina), y puede que me haya sentado para mirar el periódico (de nuevo disculpas por no levantarme y salir a la calle a correr, correr como un poseso hasta tonificar completamente mi cuerpo y hacerle quemar las calorías del desayuno); alguna vez, como digo, me he enchufado a la misa de Manuel Torreiglesias y me han entrado los agobios.
Parece que todo lo hago mal. O lo que es peor, en vez de animarme a seguir sus sanos consejos, siempre ayudado por un escuadrón de especialistas que hablan para licenciados en su materia, resulta que me deprimo porque, cuando me quiero dar cuenta, estoy convencido de que tengo todo lo que dicen que se puede tener: alteraciones en el corazón, arritmias paralizantes, arterias rígidas, colesterol agresivo, diabetes de mula (esto último lo digo yo), lesiones de riñón, impotencia, huesos frágiles... ¡Qué sudores, tan de mañana!
Me reconforto pensando que de todos los males que me apuntan uno, al menos, no sólo no lo tengo, sino que no puedo tenerlo. Jamás tendré la menopausia.
Pero, no nos alteremos. Si nos recomponemos y seguimos el programa, aparece María José Roselló, la nutricionista del programa. He de decir que me resulta muy difícil concentrarme en lo que dice. ¿Cómo no fijarme en el atrezzo que rodea a la señora? Es como un pajarillo en mitad del campo. Monísima, entre cogollos de lechuga, cuencos de trigo, fuentes con guisantes, platos con patatas y pescados de ojos saltones.
El día que me sobresaltó de verdad fue cuando, en una de sus muchas intervenciones, aseguró, señalando unas tostadas que tenía delante, que parecían normales pero no lo eran. ¡Horror! -me dije- ¡Si no son tostadas, ¿qué será eso?!
¿Será el trío de las Azores, será una concentración de pacifistas, un contubernio de elfos cabreados? Nada de eso. Tanta emoción me la desbarata de golpe cuando dice que no son normales porque no tienen sal... Bah. Cuarenta segundos de infarto y decepción, todo al mismo tiempo.
Es el ritmo del programa. Torreiglesias es implacable. Ejecuta el guión como un sargento chusquero. Las personas mayores, que tengan lentas las entendederas, seguro que no asimilan nada. Y es que no les da tiempo. Así que el programa, que se emite por lo mejor, consigue el efecto contrario. En cada enfermedad, en cada error de alimentación, en cada especialista, verán su enfermedad y achaques. Don Manuel, hombre, podría tomarse una valeriana y llevar un ritmo más pausado.