El laberinto para entrar en Medicina cuando la nota no llega: de hacer una FP a empezar la carrera fuera

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El laberinto para entrar en Medicina cuando la nota no llega: de hacer una FP a empezar la carrera fuera

Sarafdez

Miembro destacado

Repetir la selectividad y comenzar otros estudios con la idea de cambiarse después es la apuesta de muchos de los que no logran acceder al solicitado grado al primer intento​


Conseguir entrar en el grado de Medicina es, a veces, una auténtica carrera de obstáculos. Un camino para nada fácil para aquellos que no alcanzan la elevada nota de corte que se exige para acceder y que permite poco margen de error en la selectividad. Este curso fue necesario llegar al 12,612 para hacerse con una de las cotizadas 403 plazas que se ofertaban la Universidade de Santiago (USC), la única de Galicia en la que por el momento se pueden cursar estos estudios, pero ha llegado a rozar el 13 en el 2021 y en los últimos diez años no ha bajado de los 12 puntos. ¿Qué opciones les quedan a los que no alcanzan estas cifras? Cuando la nota de la ABAU es más baja que la de corte comienza un auténtico laberinto con muchos caminos, que pasan, por ejemplo, por empezar otra carrera, irse fuera de Galicia, repetir la selectividad o matricularse en una formación profesional.

Antonio López (Monforte, 2000) y Fátima Barros (Moraña, 1999) son dos ejemplos de que quien la sigue la consigue. Cada uno escogió su camino para entrar en la carrera de Medicina cuando no obtuvieron los resultados que necesitaban en la ABAU. Optaron por rutas muy diferentes, pero que compartían un destino al que ambos llegaron. Antonio cursó un ciclo de Anatomía Patolóxica e Citodiagnóstico en el IES Lamas de Abade de Santiago, mientras Fátima estudió el primer curso de Biología para después empezar Medicina fuera de Galicia.

Matricularse en otra carrera es una maniobra por la que también apuestan muchos de los que están en esta situación. Alba Manteiga (Oza-Cesuras, 2002) y Ángela Marte (A Coruña, 1999) empezaron el grado de Enfermería con la idea de cambiarse. La diferencia es que una de ellas se movió de facultad y la otra encontró una nueva vocación y permaneció en Enfermería. A Alba la selectividad la pilló en plena pandemia y se quedó a menos de una décima de la nota que necesitaba, así que después de ese primer curso repitió la selectividad y consiguió su objetivo. Ahora, está en quinto de Medicina.

Ángela Marte, en cambio, es el ejemplo de que la vida da muchas vueltas. Era de las que tenía más claro que el agua que ella lo que quería era Medicina. «Estaba tan obsesionada que no me permitía ver la multitud de opciones que tenía a mi disposición y que podían hacerme igual de feliz, o incluso más», reconoce ahora. El primer año en el que no consiguió entrar se dedicó a estudiar idiomas, el segundo hizo un ciclo y en la tercera ocasión empezó Enfermería, todo ello con la idea de irse a Medicina en cuanto tuviese oportunidad. «En la carrera me di cuenta de que tenía enormes prejuicios hacia la profesión», reflexiona. Ahora, trabaja como enfermera en A Coruña y no se cambia por nadie: «Podría estar horas hablando de la enfermería y voy todos los días contenta al trabajo, porque me encanta lo que hago. Eso no está pagado», explica, sin esconder que ella misma es la primera sorprendida con este cambio.
Los que decidieron volver a intentarlo coinciden en que no se arrepienten, aunque eso les obligase a dar un rodeo: «Non chega antes o que corre máis rápido, senón o que sabe a onde quere chegar. Para min, invertir tempo nun soño, nunca nunca será tempo perdido», defiende Fátima Barros, que se graduó el año pasado. Un discurso que comparte Antonio López: «Mi objetivo siempre fue estudiar Medicina, no ser médico a los 24 años», argumenta este estudiante de quinto curso.

Antonio López, alumno de quinto que estudió antes una FP: «Mi objetivo siempre fue estudiar Medicina, no ser médico a los 24 años»
Sin embargo, no esconden que en el proceso hubo altibajos. Para Fátima Barros lo peor es «enfrontarse á incertidume», mientras Alba Manteiga confiesa que estaba estaba «muy asustada por empezar más tarde de lo habitual». Por su parte, Antonio López asegura que los «pensamientos intrusivos» son inevitables: «Te preguntas si serás un inútil», reconoce. Algo que también le sucedió a Ángela Marte antes de tomar un cambio de rumbo: «A veces me cuestionaba si era una fracasada por no haber entrado en la universidad con 18 años.», lamenta. Una percepción que ha cambiado radicalmente: «Ahora me da la risa recordar eso. No siento que haya entrado tarde, siento que entré cuando a mí me tocaba», relata. «Para nada tengo que estar triste por haber tenido que estudiar tantas cosas por el medio. Al contrario, tengo que estar muy orgullosa», añade.

Enseñanzas que no estaban en el temario

Todos están de acuerdo también en que este periplo les aportó un aprendizaje que va mucho más allá de lo meramente académico. Además de «resiliencia» y de «saber tolerar la frustración», a muchos les sirvió para darse cuenta de «lo que realmente querían».

A algunas, pasar por diferentes aulas las hizo reafirmarse en su ideal: «Me ayudó a confirmar que quería dedicarme a la Medicina, pero también a aprender que no pasa nada por no conseguir todo a la primera», matiza Alba Manteiga. En esta línea, aprecia todo lo que le aportó estudiar un curso de Enfermería: «Pude ver lo importante que es la comunicación entre sanitarios y lo necesarios que somos todos. Me enseñó muchas cosas y me dio una visión que creo no tendría que si empezara directamente en primero de Medicina», reflexiona Alba. A otras, les ayudó a encontrar su camino en otra disciplina: «Ahora, creo que la enfermería me hace mucho más feliz, pero pienso que era necesario que intentase entrar en Medicina todas esas veces para darme cuenta», reflexiona Ángela Marte.

El mensaje que lanzan a aquellos que estén luchando por entrar en la carrera que a ellos tantos quebraderos de cabeza les dio es unánime y lo resume Alba Manteiga: «Que no dejen de intentarlo si de verdad es lo que quieren. Que no se rindan». Sin embargo, también insisten en la importancia de darse cuenta de que hay más de un camino para llegar a la meta e incluso de que la meta puede cambiar. «Hay mucha gente que no entró a la primera. No hay un momento ni edad ideal para entrar y existen un montón de vías de acceso y alternativas. El camino no tiene por qué ser recto», argumenta Alba Manteiga. «De una forma u otra, vas a acabar encontrando tu vocación», concluye Ángela Marte.

Fuente: https://www.lavozdegalicia.es/notic...zar-carrera-fuera/00031742749757454439497.htm
 
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