Mi pareja me lo ha puesto muy fácil, en todos los sentidos. El sabe por experiencia lo que es encerrarse un año y dedicarse exclusivamente a estudiar, así que yo sólo me he preocupado de eso, de estudiar. No he hecho absolutamente nada en casa, tengo el despacho para mí solita con aire acondicionado (el verano en Sevilla es una pasada y ni me he enterado del calor) y calorcito ahora en invierno... ¡Hasta se ha hecho cargo del perro y lo ha sacado a pasear cada día! Desde el primer momento me ha hecho darme cuenta de que tan importante es el tiempo de estudio como el tiempo de descanso, que hay que comer en condiciones y que los domingos había que desconectar del todo. Y, lo más importante, me ha preparado mentalmente, porque después de presentarme unas cuantas veces lo veía como algo casi imposible. Me ha hecho ver que soy yo la que controlo, y que hay que alejar a los nervios y los miedos, porque si ellos cogen el control pueden echar por tierra el trabajo de todos estos meses. A finales de junio decidí no renovar el contrato (soy médico de familia) y pensaba que estos 6 meses encerrada iban a ser duros, pero no ha sido así, se me han hecho muy llevaderos, he ido día a día, sin mirar hacia delante ni hacia atrás. Sé que con constancia y luchando por lo que uno quiere día a día se consiguen las cosas. Ahora sé que esa plaza que quiero es mía. Sólo tengo que hacer un examen más, como cada sábado. Y cuando sea pediatra, en gran parte, será gracias a él.