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Doctores de la ULPGC enseñan Medicina en Mozambique

«Iba con miedo para Mozambique, como es natural, pero la experiencia que viví con los estudiantes de allí fue maravillosa», describe la doctora Teresa Molero Labarta. Con estas palabras cuenta su viaje a la Universidad de Zambeze, en Tete, la capital de la región. Esta profesora de Hematología en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) compagina su labor docente con el trabajo en el Hospital Universitario de Gran Canaria Doctor Negrín. A finales del pasado mayo viajó al país africano gracias a la Fundación Alejandro Da Silva contra la Leucemia para, junto al doctor José Miguel Bosch, enseñar a los alumnos de Medicina del lugar la rama médica a la que dedica su vida.

Sobre cómo surge la idea de enviar doctores de la ULPGC a Mozambique, Teresa Molero explica: «fue el doctor Luis López, del Hospital Materno Insular, quien lo ideó y estableció el acuerdo de colaboración entre las dos Universidades. Luis López nos invitó al doctor Bosch y a mí a impartir nuestra asignatura a quienes hacen la carrera de Medicina en Zambeze».

Los dos profesores se esforzaron en comunicar a sus alumnos, reunidos en un grupo de alrededor de 60 personas, todos sus conocimientos. A pesar de los problemas con el idioma, ya que en Tete hablaban portugués y los docentes lo hacían en español, Molero destaca que «dimos las clases en una semana, a razón de siete horas al día y luego realizamos un examen». Para su sorpresa, todos aprobaron su asignatura de Hematología.

Universidad bien equipada

Un detalle que llamó la atención a los doctores españoles, como relata Molero, es el buen estado en el que se mantenían las instalaciones de la Universidad de Zambeze. «El centro no estaba nada mal, parecía nuevo. Era grande, tenía capacidad para el grupo y ventiladores para todos los alumnos a falta de aire acondicionado por el excesivo calor que hace en el país», expresa Molero. Con respecto a los hospitales de la zona, señala que «no teníamos mucho tiempo para verlos debido a la intensidad de las clases, pero obviamente reúnen las características de los centros que hay en un país en vías de desarrollo».

Las sesiones de sus clases eran largas, pero recuerda sobre todo las ganas de los alumnos de aprender cosas nuevas. De hecho, Teresa Molero argumenta: «en Zambeze van a clase los alumnos todos los días y aprueban, sin embargo en España van la mitad a las clases y no todos logran superar los exámenes». En este caso, finalizaron el temario un viernes y el examen tenía lugar el día siguiente, sábado, por lo que los alumnos tuvieron que dedicar la noche anterior al estudio. También reconoce que la mezcla de clases teóricas y prácticas acompañadas de diapositivas que impartieron los doctores fue bien decisiva para unos los estudiantes que durante todo el año reciben con agrado a varios profesores de la ULPGC.

La decisión de volver el año que viene a dar clase en Zambeze está más que tomada para la doctora. A pesar de haber sido ésta su primera experiencia en un país africano, recomienda a todos los profesores que viajen fuera de sus países porque «todo se vuelve más interesante». Teresa Molero pronto volverá a recurrir a la Fundación Alejandro Da Silva, de la que forma parte, para que pueda ayudarle de nuevo a volar a Mozambique en mayo del 2014. A su vez se muestra muy agradecida con el doctor Luis López y finaliza con que «todo el mérito es suyo por proponer estos intercambios tan favorecedores».

Mientras llega el próximo mayo la doctora continúa al lado de los jóvenes, sus alumnos universitarios y los recién titulados médicos que realizan sus años de residencia en el Hospital Negrín y a los que espera contagiar de esta vivencia.

Un alumnado ejemplar

La doctora Teresa Molero se mostró sorprendida durante su viaje por la capacidad de sacrificio y la motivación de sus alumnos de la Universidad de Zambeze. Molero destaca que «durante los descansos entre clases, que podrían ser de diez minutos, veías a algunos alumnos aprovechando para dormir en las mesas». Además señala que todos acudían a las clases y que debido al ritmo frenético con que se preparaban para el examen que ella y el doctor José Miguel Bosch iban a realizar, «no les quedaba otra que estudiar de noche». Aún así, todos los alumnos del grupo en el que los doctores dieron sus clases pasaron las pruebas de forma satisfactoria.

fuente

http://www.laprovincia.es/

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