Siento que igual me adelanto un poco porque en este foro, probablemente haya más estudiantes que veterinarios (tengo mis dudas de si hay algún otro vet aparte de mi), pero creo que es un tema interesante y entretenido. De este modo, todo el que se planté estudiar la carrera más bonita del mundo sabrá a qué atenerse, porque no todo son peluditos achuchables.
Bueno, vamos a empezar por ese punto:
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“Ser veterinario es pasar todo el día rodeado de animalitos adorables a los que dar mucho amor”
¡MENTIRA! Sí es verdad que nuestros pacientes suelen ser adorables, pero no siempre es así. A veces te vas a encontrar con algún demonio peludo que quiere devorarte vivo (y lo digo por experiencia que me han tenido que operar después de un mordisco de un lindo gatito). Si estudias veterinaria debes saber que la mayoría de tus pacientes van a venir en condiciones deplorables: atropellos, peleas, maltrato, abandono, cuidado negligente por parte de los propietarios… Por poner un ejemplo os cuento como anécdota que hace muy poco me llegó un conejo a la clínica (de urgencias, a media hora de cerrar, porque encima estas cosas no llegan a horas normales) lleno de larvas de moscas. La propietaria juraba que lo había encontrado así esa mañana, pero lo cierto es que para encontrarse en la condición en la que se encontraba el pobre animal debía haber pasado días así. Fly strike es como llaman aquí a este problema. Me pasé más de una hora quitando gusanos del cuerpo del pobre conejo.
“Los propietarios son simpáticos y amables con el veterinario porque solo quieren lo mejor para su mascota”
¡NO! Los propietarios tienden a ser maleducados y agresivos con el veterinario y, especialmente con el personal no clínico (recepcionistas por ejemplo) y hagas lo que hagas te van a culpar a ti. Por seguir con el ejemplo del conejo diré que, a pesar de mis esfuerzos (que no fueron pocos) al día siguiente el paciente se encontraba en un estado lamentable, sin responder a estímulos y tuve que eutanasiarlo. Por supuesto, para la propietaria la culpa era mía porque “debería haber hospitalizado al animal” (le dije que nosotros no podíamos hospitalizar a ningún animal en esta clínica porque nadie se queda por la noche, pero si quería la podía derivar a otro hospital donde lo hicieran y se negó).
Como os digo, los propietarios se quejan por todo. Unos días después del caso del conejo llegó una gatita bebé a la clínica, con la cara completamente hinchada, dificultad respiratoria y hematoma en la oreja así como necrosis de la cola. Vamos, un cuadro. Los propietarios querían eutanasiarla pero conseguí convencerles de que le dieran una oportunidad al tratamiento médico. La gata se recuperó por completo ¡y la propietaria ha puesto una queja oficial porque “su gata no estaba tan mal y yo la asusté sin motivo y casi la eutanasia por mi culpa”! Sí, estáis leyendo bien: los propietarios se quejan hasta cuando sus animales se recuperan.
De propietarios quejicas y maleducados tengo historias para rato, así que mejor pasamos al siguiente punto.
“Ser veterinario es muy bonito y voy a adorar mi trabajo y ser feliz todo el día, sin estrés ni preocupaciones porque estaré haciendo lo que me gusta”
SÍ Y NO. Ser veterinario es precioso y muy gratificante, especialmente cuando sabes que con tu trabajo has conseguido salvar la vida de un animal, pero a veces esto no es suficiente.
Los veterinarios son los profesionales sanitarios con mayor alta tasa de suicidios y en esto influyen muchos factores. Por un lado tenemos el típico “¿pero de verdad me vas a cobrar por esto? Creía que habías estudiado esto por vocación. ¡Lo único que te interesa es el dinero!” Esa frase tan típica acaba destrozando a muchos compañeros porque, sí, hemos estudiado esto por vocación pero ¡señoras y señores, nosotros también tenemos que comer!
Por otro lado los veterinarios reciben muchas amenazas y agresiones. Y a veces por más que lo intentas y te esfuerzas no consigues sacar al paciente adelante y eso duele mucho.
Otra cosa que debéis tener en cuenta es que te vas a acabar llevando el estrés a casa: todos los casos clínicos del día los vas a estar repasando en tu cabeza para ver qué hiciste bien y qué hiciste mal y eso produce un estrés continuo que, en ocasiones no te deja ni dormir (y hablo por experiencia). En estos casos lo que hay que hacer es aprender a separar el trabajo de la vida personal y tener un corazón de piedra y pocos sentimientos en según que circunstancias, por ejemplo, si te toca eutanasiar a un animal.
“Como veterinario se gana mucho dinero”
JAJAJAJAJA… Perdón, no quería reírme… Como veterinario no te vas a hacer rico y, en muchas ocasiones, sobre todo en España, te va a dar para vivir escasamente. Esta no es una carrera que se estudie por ambición sino por vocación. Si no tienes claro eso es mejor que no la estudies si quiera, porque no es fácil y vas a perder al menos 5 años de tu vida para llevarte una hostia al salir (disculpad que sea tan directa, pero quiero dejar este punto muy claro). Si de verdad sientes vocación, adelante, estudia veterinaria, pero ten en cuenta que no te vas a hacer de oro.
“La carrera puede ser difícil, pero una vez termine no voy a tener que estudiar”
POBRE ILUSO… Veterinaria, al igual que cualquier otra carrera de ciencias de la salud, requiere de un constante estudio para mantenerte al día de todos los avances. Si no lo haces, en 5 años acabarás completamente desactualizado y aquello que sabías no te valdrá para nada, así que mejor prepárate para estudiar toda tu vida. Pero eh, que ahora sí que vas a estudiar solo lo que te gusta.
“Cuando termine la carrera voy a ser todo un profesional y voy a saber resolver todos los problemas que se me presenten”
A VER, SI TE HACE ILUSIÓN PENSARLO… La verdad es que no. Los conocimientos están ahí, pero al principio, cuando estás recién salido de la universidad no tienes la destreza mental suficiente para recordarlo todo. Y es que la práctica hace al maestro y cuando empiezas a trabajar te cuesta mucho reaccionar. Dudas de ti mismo y de tus conocimientos, te planteas si te mereces estar ahí o no eres más que un farsante que está fingiendo saber hacer algo de lo que en realidad no tiene ni idea. Tranquilo, que no pasa nada. Lo que te faltan no son los conocimientos sino la experiencia y la confianza en ti mismo. Todo llega y al final verás que todo es sota, caballo y rey y que sabes perfectamente qué hacer, solo tienes que pararte a pensar un momento.
Algunos consejos
Y bueno, después de todo esto, creo que es el momento de dar algunos consejos que he aprendido por experiencia.
- Ten paciencia, pero la justa. Tener paciencia y ser educado no significa dejarse pisotear por el propietario porque el cliente no siempre tiene la razón (de hecho casi nunca). Si te faltan al respeto (que lo harán) plántate. Aquí el veterinario eres tu y eres el que tiene conocimientos suficientes para hablar del tema. Si no le gusta puede coger a su mascota y largarse (esto es especialmente importante si, como yo, eres un veterinario joven y con cara de bebé, porque mucha gente no te va a tomar en serio).
- Aprovecha cada momento para achuchar animales. Las vacunas, sobre todo las primovacunaciones de cachorros y gatitos son el momento perfecto para olvidar el estrés. Durante el examen clínico previo a la vacuna puedes aprovechar para dar todos los mimos del mundo a los pacientes, que para algo son súper adorables.
- Muéstrate cariñoso con los pacientes. Los propietarios adoran que les digas lo adorable que es su perrito. Mucha gente te dirá que tienes que saludar primero al dueño pero yo prefiero saludar primero a la mascota. Si vas directamente al paciente y le hablas, le dices lo bonito que es y le das unos mimos antes de empezar a hablar con el propietario ya te has ganado al dueño antes de entrar en consulta.
- Especialízate en algo si tienes la oportunidad. Personalmente me he pasado 3 años con un cirujano veterinario maravilloso del que he aprendido a diagnosticar la rotura de ligamento cruzado anterior (entre otras cosas) con solo mirar la forma en la que cojea el paciente y la cara de los dueños cuando solo con eso les digo “sospecho esto” y luego lo confirmo con dos pruebas sencillísimas no tiene precio.
- Aprende a separar el trabajo de tu vida privada y no te lleves las preocupaciones a casa (esto es más fácil decirlo que hacerlo).
- Aprende el comportamiento de todos tus pacientes, las señales de alerta y de agresión y no te fíes nunca de los gatos. Esto lo digo aun siendo mis animales preferidos, pero a un perro lo controlas si controlas la boca. A un gato es más difícil controlarlo porque todo su peludo cuerpo es un arma letal.
- Disfruta y aprende cada día que esta es, no me cansaré de decirlo, la carrera más bonita del mundo.
Por último, antes de despedirme, me gustaría recomendar, si os gusta la cirugía veterinaria, que sigáis a uno de los cirujanos del Hospital Clínico Veterinario de Cáceres en Instagram. Su cuenta es traumaextreme y es un pedazo de cirujano que sube fotos, vídeos y quiz sobre cirugía veterinaria y, además lo explica todo súper bien.
Mucho ánimo a todos y suerte.