La facultad más longeva de la Universidad de Cádiz, fundada en 1845, se queda pequeña. El tiempo y las reformas de la educación universitaria hacen mella en un edificio que traslada a otros tiempos tras cruzar sus puertas. El esfuerzo por dotar de mejoras tecnológicas a la Facultad de Medicina contrasta con su estructura, paredes o ventanas que retrotraen a quien la visita a décadas atrás, a los años 60 y 70.
Por sus aulas de anfiteatro han pasado algunos de los más insignes profesionales de la Medicina, otros están en ello, pero lo tienen difícil para hacerlo entre sus paredes.
La Facultad de Medicina se queda pequeña, encoge al mismo ritmo que aumentan sus alumnos. El Plan Bolonia le pasa factura, con la obligación de hacer hueco a los estudiantes de los nuevos grados a los que obliga el nuevo proyecto universitario y con una crisis que ha dejado en el camino la renovación del profesorado.
Mermado el cuerpo docente, ahora el espacio es escaso. Los alumnos de tercer curso, que el próximo acceden a cuarto, se encuentra con un panorama un tanto desalentador, a su juicio, con un anuncio de traslado a un centro hospitalario fuera de la capital, fuera de la facultad, en el que realizar las prácticas y también recibir la enseñanza teórica.
Los viejos muros de Medicina se quedaron estancados en el tiempo, no han crecido al ritmo de la demanda. La facultad no entró en el siglo XXI y sus alumnos pagan ahora las consecuencias de la falta de financiación de un proyecto que quedó sobre el papel tras hacer los números: la nueva Facultad de Medicina en la zona de Extramuros de Cádiz, junto al futuro nuevo hospital universitario. Debería de haber estado terminada en 2011, y dos años después, ni facultad ni hospital, al que la Junta de Andalucía ya ha renunciado definitivamente por falta de recursos.
Ante esta situación, el decanato de Medicina se plantea la reubicación de alumnos en el hospital universitario de Puerto Real, «a más de 25 kilómetros de la capital y sin un servicio de transporte públicoadecuado para atender la demanda de los alumnos», según denuncia José María Pérez, estudiante afectado por el futuro traslado.
Coste de dinero y tiempo
Asegura, que el «exilio» al que pretende someter la facultad a los alumnos «nos supondrá un importante desembolso, además de una granpérdida de tiempo, con un mínimo de dos horas diarias entre esperas y trayectos».
El decanato se ve en la obligación, según fuentes de la Universidad de Cádiz, de desdoblar el curso, debido a la implantación de los grados que impone el Plan Bolonia. Ello provoca que en el mismo año coincidan alumnos del antiguo y nuevo plan, hasta que los primeros concluyan su formación. El antiguo edificio de la plaza Fragela de Cádiz no tiene capacidad para atender las necesidades de 180 alumnos de este futuro cuarto curso.
Los alumnos son conscientes de que «la medida de desdoblar el curso pueda ser necesaria por acatar las expectativas del Plan Bolonia, y es lógico que exista falta de espacio, pero el problema es que la Universidad de Cádiz dispone de decenas de aulas en la capital vacías para hacer uso de ellas cuando sea necesario, y sin embargo pretenden desplazarnos».
El decanato tiene la última palabra y debe decidir la próxima semana la ubicación de los estudiantes en formación, que padecen también lafalta de profesorado que desde hace ya cuatro años sufre la Facultad de Medicina de Cádiz
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