Las bibliotecas encienden la Universidad de Oviedo

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Sus ojeras anuncian cierto cansancio; sus palabras no: «Permaneceremos ocupando las bibliotecas el tiempo que haga falta. Hasta que no reabran la de Viesques y no tengamos el compromiso de que no cerrarán más seguiremos actuando». Habla Jorge Fernández, gijonés, estudiante de tercero de Medicina y uno de los portavoces del grupo de alumnos que protesta desde hace semanas contra el cierre de una de las bibliotecas del campus de Gijón. Por eso, han ampliado sus quejas con la ocupación de las bibliotecas de las facultades de Medicina y Psicología, en solidaridad con sus compañeros de la Escuela Politécnica -que también adoptaron la misma medida- y también para manifestar su «hartazgo» por la política de recortes de la Universidad.

Los estudiantes pasaron ayer su segunda noche encerrados en las bibliotecas de las dos facultades. Exigen dos cosas: la «inmediata» reapertura de la biblioteca clausurada y un compromiso público por parte del Rectorado de no extender esta medida a ningún centro más. «No estamos pidiendo nada fuera de lo común, simplemente reclamamos un servicio de biblioteca digno que es básico en cualquier centro educativo.», asegura Loreto Yanes, estudiante de cuarto de Medicina. Fuentes de la Universidad aseguraron ayer a este periódico que trabajan para encontrar una solución al problema por la vía del «diálogo y la negociación».

El conflicto surge de la decisión hace dos semanas del Rectorado de ponerle el candado a una de las bibliotecas del campus de Gijón. Los gestores achacaron el cierre a la imposibilidad de sustituir al personal y explicaron que se trataba una instalación con apenas 3.000 manuales, que fue integrada en otra más grande, una medida que deja a muchos alumnos «a un kilómetro» de la biblioteca más cercana.

La actuación sentó tan mal entre parte de la comunidad estudiantil que la protesta se recrudeció con el paso de los días. Hubo manifestaciones, asambleas y encierros, y el asunto devino en una protesta general contra los recortes. «Primero nos dejan sin calefacción, luego bajan las becas, después cierran los fines de semana algunas instalaciones, se llevan fotocopiadoras a otros lugares… Lo siguiente será que nos mandarán los libros a casa y nos dejarán sin clases. Esto es la gota que colma el vaso y que demuestra que la Universidad pasa de sus estudiantes», afirma Jorge Fernández.

«Hay declaraciones y pruebas fehacientes de que van a hacer lo mismo en otros centros», apunta Silvana Buchwald, estudiante de quinto curso de Psicología. Los alumnos entienden que la crisis «aprieta», pero acusan al Rectorado de «no hacer lo suficiente». «Es cierto que hay un decreto que impide sustituir al personal de biblioteca, pero no lo es que no se pueda hacer nada. Con el personal de administración y servicio (PAS), por ejemplo, se convocaron plazas extraordinarias y se resolvió algo la situación», asegura Loreto Yanes, que exige «claridad e información». «Que cuelguen algo en la web no sirve. Es información pasiva y no vale, porque casi nadie se mete en esa página, que además funciona como funciona», agrega.

Uno de los momentos más conflictivos ocurrió en el encierro del martes en la Facultad de Psicología, que en el momento de la ocupación no disponía de guardia de seguridad. La Universidad envió a uno que comenzó a solicitarles la identificación. Los alumnos se resistieron y entonces acudió a la zona la Policía Nacional. A partir de aquí hay dos versiones: los estudiantes afirman que los agentes nacionales entraron en el edificio -algo que no pueden hacer sin la autorización correspondiente-, y la Universidad lo niega, asegurando que el Rectorado se limitó a cumplir el protocolo de seguridad.

Sea como fuere, los estudiantes permanecieron allí toda la noche, desde las ocho de la tarde hasta las ocho de la mañana. Los «veinte» alumnos que ocuparon la biblioteca de Psicología y los «sesenta» que hicieron lo propio en Medicina durmieron «poco» en el suelo, con sacos, mantas y esterillas. Cenaron bocadillos y provisiones varias (empanada, tortilla…) y se dedicaron a discutir en asambleas y a diseñar más acciones de presión. Las pancartas reivindicativas («Más libros y menos cuentos» u «Ocupa tu biblio») permanecían ayer colgadas en las bibliotecas, que de nuevo fueron ocupadas. De momento, mientras esperan respuestas, no parece que vaya a ser la última vez

fuente

http://www.lne.es/

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